Soy de Chile y llegué por una conversación en la pega: un compañero juró que él podía jugar sólo con lo que le sobraba del almuerzo. Yo no le creí, así que lo probé como desafío personal y me puse un límite estricto. En el medio de la sesión entré a pin pun casino y me interesó que todo se sintiera ordenado, sin menús interminables ni cosas escondidas. Hubo altibajos, me mantuve en apuestas bajas y, cuando por fin salió un premio decente, cerré sin pensarlo dos veces. Me fui satisfecho porque no terminé trasnochando ni persiguiendo pérdidas por orgullo.
Soy de Chile y llegué por una conversación en la pega: un compañero juró que él podía jugar sólo con lo que le sobraba del almuerzo. Yo no le creí, así que lo probé como desafío personal y me puse un límite estricto. En el medio de la sesión entré a pin pun casino y me interesó que todo se sintiera ordenado, sin menús interminables ni cosas escondidas. Hubo altibajos, me mantuve en apuestas bajas y, cuando por fin salió un premio decente, cerré sin pensarlo dos veces. Me fui satisfecho porque no terminé trasnochando ni persiguiendo pérdidas por orgullo.